13 octubre 2010

Un héroe de leyenda: Enrique Bunbury



Por la lejana montaña va cabalgando un jinete… Poco hay que agregar a una biografía de Bunbury que no se sepa ya, sobre todo si vemos que los seguidores de Enrique le profesan tanto cariño que están siempre al tanto de lo que hace su músico y lo comparten en sus diferentes blogs y redes de comunicación.

Ahora Enrique llegó a México para presentar en directo su más reciente disco, Las Consecuencias. Un nuevo trabajo que ha ayudado a fortalecer y subir aún más la popularidad del músico español. Curiosamente, nuevos fans ha ganado a raíz de un tema insulso que le pusieron a grabar, Frente a Frente, cover que también ha servido como llave para abrir ciertas puertas entre el publico de Estados Unidos.

La verdad es que cierta locura se percibe en este carismático personaje. He tenido oportunidad de estar con él en muchos momentos, es un ser humano con mucha carga espiritual, el halo de misterio o místico que luego muchos le adjudican, es una franja de humo que se desvanece rápidamente, sobre todo cuando un trago de tequila empieza a resbalar por su esbelto cuerpo.

Enrique es ingobernable, claro está. Fue una persona intratable, sobre todo en la etapa de Héroes del Silencio. Mientras sus compañeros luchaban continuamente por edificar una gran banda, Enrique hacía unos desplantes que casi derribaban lo construido. O como explicar una patada a un chavo en un concierto, o negarse a salir a tocar cuando sus compañeros aún estaban sobre el escenario.

Sin embargo, esa dualidad que todos tenemos, en Enrique es muy evidente, pues también ha mostrado permanentemente ser ese individuo que intenta zambullirse en una colectividad. El que disfrutó aquella fantástica tarde del Chopo, a mediados de los años 90, en la que brindó cientos de autógrafos a los seguidores que no creían estar en la calle con Héroes del Silencio.

Más de una vez en las primeras ruedas de prensa se le hablaba a Enrique de su clara emulación a Jim Morrison. “Yo no contesto preguntas de peluquería”, llegó a contestar el zaragozano. También, con publicación en mano, en una conferencia se le cuestionaba su declaración de que en México había muchas “mujeres feas”. Enrique sólo atinó a decir no es cierto.

Con los medios es ya consecuente. Concede entrevistas porque es parte de su trabajo, porque es un medio para acercarse a la gente que lo admira, pero no es algo que disfrute completamente o que aproveche al máximo. En varias ocasiones lo vi contestando cosas contrarias a una misma pregunta para periodistas diferentes. Como ustedes entenderán, ninguna de las dos recogía cabalmente lo que él pensaba.

A Enrique es mejor entrevistarlo con una botella de licor a un lado. Allí se desdobla, hace confesiones y sonríe todo el tiempo. Las fiestas después de sus conciertos son memorables. En el céntrico Hotel de Cortés le gustaba hospedarse, muchos de sus seguidores hasta allá llegaban y con algo de suertecita algunos lograban colarse a aquellas grandes bohemias oscuras-rancheras-rockeras-locas.

Bunbury es un gran personaje, ni duda cabe, quizá en estos momentos (la verdad es que sus 15 minutos de popularidad ya fueron rebasados) es el solista rockero latino con mayor influencia en los jóvenes. Le celebran todo, le reconocen todo, le cuestionan nada y le toleran siempre.

Lejos aquella negra noche del Vive Latino en el que se presentó por primera y única vez, enfrentó un pésimo sonido y una constante queja de los fans al exigirle canciones de Héroes del Silencio. Al bajar del escenario, en medio de rechiflas, juró no volver a un Vive Latino. Lo ha cumplido. Para muchos esto significó la sombra que le acompañaría toda la vida.

Por fortuna no fue así. Enrique siguió su camino y disco tras disco acrecentó su calidad creativa e interpretativa. Regresó al Foro Sol, con Héroes… después él sólo. El trayecto va en ascenso. Llenó el Estadio Azteca y ahora hace por primera vez cinco Auditorio Nacional. Valdría la pena apuntar si este crecimiento también lo ha hecho en su música.

No. Al menos es esto un aliciente, porque las locuras de Bunbury aún tienen mucho que proyectar. Se percibe a un músico en movimiento, que vira su música hacia sus estados de ánimo. Mucho tiene que agradecerle Enrique a sus fans y a México. También nosotros tenemos mucho que agradecerle que su apuesta sea por el rocanrol.

Festejemos entonces que el solista rockero más grande de los últimos años sea este héroe de leyenda, un músico que ha bebido el alma del vino de Baudeleire, que se embriagó de los humos josealfredianos y que es un jinete que sigue cabalgando …por eso lleva una herida, por eso busca la muerte.

Texto: Chava Rock
Fuente: Blogcanrol




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