(Leer si se prefiere, con la siguiente playlist)
Quadrophenia
Alguien le decía: “Descansa, mañana se te habrá pasado.”
Pero de aquella veía complicada la convivencia entre el sueño y la
desazón, a pesar de quedarse dormido en un corto pero a su vez,
interminable espacio de tiempo, bajó los párpados y pronto comenzó a
soñar, pero de verdad, alcanzando el sueño profundo y sumergiéndose en
una historia horrible, aterradora que lo hizo levantarse asustado para
pensar: “Tranquilo, era un sueño…”
Era curioso como una mala noche puede ser una nimiedad gracias a una
pesadilla. No quería dormir más, tenía pavor de volver a soñar lo mismo,
lo estaba pasando realmente mal.
Pero de aquella veía complicada la convivencia entre el sueño y la
desazón, a pesar de quedarse dormido en un corto pero a su vez,
interminable espacio de tiempo, bajó los párpados y pronto comenzó a
soñar, pero de verdad, alcanzando el sueño profundo y sumergiéndose en
una historia horrible, aterradora que lo hizo levantarse asustado para
pensar: “Tranquilo, era un sueño…”
Era curioso como una mala noche puede ser una nimiedad gracias a una
pesadilla. No quería dormir más, tenía pavor de volver a soñar lo mismo,
lo estaba pasando realmente mal.
Y ahora escucho ‘All the wild horses’
por tu culpa mientras en la tierra de las desilusiones se suicidan
nueve personas al día. ¡Aleluya o márchate! Susurran las aceras cuando
desean pero no quieren más… márchate.
Gotas de ginebra resbalan por
mi mano izquierda si me obligas a mirarte a la cara a pesar de mi
torpeza y resignación a hundirme en la vergüenza, “como un barquito en alta mar, un tripulante feliz en su falsa deriva.”
Abre
los ojos, se enamora a primera vista de la chica en la puerta, aunque
ciertas palabras deteste y le queden grandes a ambos. Es eso,
simplemente eso, una vez más… solo una vez más… me justifico y prometo,
pero resuenan el deseo y harmónicas de Ryan Adams
por doquier, quiero hacerlo y despertarte al día siguiente, si no con
el viento con la mejor de mis sonrisas… sonrisas, siempre eso aunque el
filtro las retenga una tras otra por no querer ser quien soy. “Dicen de mi que soy un tanto animal, pero en el fondo soy un sentimental.”
No duermo esta noche; aun cerrabas las ojos en ‘The curse’
y suponías que era otro de esos días que pasan extraños… pero eso
siempre se va y quedan las sonrisas… sonrisas de domingo que piden
socorro cual bengala al cielo de la nave tocada por el oleaje y la
tempestad cruzada durante largo tiempo, mucho tiempo. A día de hoy sigo
firmando cheques en blanco pero las cifras rondan mi cabeza y rememoro
la discordia en un extraño día de verano friolero en la capital. Dolores
de cabeza que curan las escapadas a medio terminar ocultando algún
miedo que no conviene dejar escapar. “Hubo un momento en que pudimos decir que no, que lo sentimos, nos debimos confundir…”
Vuelta
sobre las ruedas… apoyado en el cristal de la madrugada queriendo
estamparme en el sobre de tela. Ella lo miraba embelesada en un baile de
miradas subversivas sintonizando cualquier canción mental que fuera
recurrente para ese momento:
-¿Me quieres? Bésame con tanto cariño. –Dijo el.
Ella
lo ató con el brazo derecho al cuello, le atrajo hacia su cuerpo y se
besaron. Ninguno abría los ojos y para ellos ese tiempo era corto pero
para un espectador serían eternas, de hecho lo fueron. Separándose por
enésima vez se miraron, susurraban palabras y los arrumacos se sucedían
uno tras otro en todo el trayecto:
-Ojalá este camino fuese eterno. –Musitó ella.
Se
volvieron a besar y por la forma de corresponderse emocionalmente no
seguirían juntos el camino hasta el final. Como esas canciones tan
repetitivas de la radio, esas que cuentan la misma historia como si no
fuera bastante con escucharla de una voz… una voz que volvía a decir “te
quiero”, “te adoro” o “amor” con tanta debilidad espiritual que ni el
propio productor se creería lo que escucha a través de la pecera. Los
amantes se aplastaban el uno contra el otro entre una ligera bruma de
preocupación:
-¿A que hora te levantarás? –Preguntó la chica.
-A las siete… -Respondió el joven con una leve sonrisa.
Seguidamente
la chica lo volvió a abrazar ahora en un arrebato lastimero. ¿Le daba
pena que el madrugara tanto? ¿Le seguiría queriendo igual al separarse
esta noche? ¿Lo engañaría en una semana con otro? Aun así… el volvería a
levantarse a las siete, con una leve sonrisa y algo más jodido de la
cabeza, se colocaría el mp4 o algún CD en el coche de música barata e
hilaría una nueva rutina mientras piensa:
-¿Por qué?
En
realidad no se lo pregunta de manera consciente, pero es que tampoco
sabe en que ha podido fracasar toda la historia. ¿Se conformaría con la
noche de los arrumacos? Pues posiblemente no, pero ella si… o
seguramente tampoco. Ahora no hay música, el escritor hilvana dolores de
cabeza con lo sucedido, no le apetece ni escuchar una simple nota de
alguna canción, no ve el momento de tumbarse y descansar, está lejano
aunque sabe de sobra que, como aquel tipo, también caerá; el al sueño y
el joven novio al suelo. ¿Dolor? No, si ya lo peor ha pasado…Rise and
fall… ¿Bowie sería una buena medicina? Todo sea probar con ‘Space Oddity’, si hemos perdido el control ¿quien mejor que el Duque Blanco para recordarlo? “Ground control to Major Tom…”
¡Idiota!
su barco zozobraba pero lucha con el timón, en cambio tu nave se ha ido
a pique en la primera noche y ahora eres tu el que lucha por no
ahogarse en la marea y las olas. ¿Aprendiste antes de nada a nadar? Oh
no, claro que no, no pensabas que el barco se hundiría, la sola idea de
aquello te parecía tan absurda que lo desechabas con una carcajada
aberrante mientras Cohen era un pájaro en el alambre. Ahora ya no hay Cohen,
ni pájaro ni alambre, no aprendiste a nadar y te ahogas porque eras tan
estúpido que olvidaste hasta respirar. No habrá más bengalas y señales
de socorro para ti, da gracias que tengas una muerte tranquila mientras
tus pulmones se llenan de agua y todo tu ser se escapa en últimas
burbujas de aire intoxicado recordando la última nota de una lastrada
canción del song-writer más dejado:
-¿Estás bien? –Preguntó ella…
Y
la respuesta que el llegó a emitir no la esperaba, sonrió, con la voz
ronca de manera forzada como para bromear y disimular el tono a derrota,
musitó con una burda carcajada:
-Si, no te preocupes, estoy bien… ahora mataré a unos cuantos, es síntoma de mi bipolaridad.
Se
abrazaron y con un beso en la mejilla, ella por un lado y el por otro
creyéndose firme pero más tocado, se alejaron el uno del otro. Otra vez
el asfalto de la ciudad era el que permanecía ahí y el que de nuevo
miraba cuando agachaba la cabeza y trataba de recordar alguna canción
para olvidar la situación… ‘All the wild horses’
se desarrollaba en su cabeza y eso le dolía… en el último suspiro y con
los ojos envidrados pudo pensar por una puta vez con claridad y soltar:
“Iluso.”
Charly.-
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