Hace dos o tres años, en Buenos Aires, un personaje en mitad de la noche nos contaba que él había tocado los tambores en una presentación algo secreta de Enrique Bunbury por Perú. Recuerdo que nos habló de una pelea con tenedores a lo largo de una madrugada. De una silla rota. De viajes por la Selva. Mientras nos pedía cigarros, y nosotros esperábamos no sé qué ni a quién sentados en la calle, confesaba lo genial que había sido, para luego tararear una canción. No recuerdo cuál. No sé si era verdad o mentira lo que decía. En la noche, esas cosas no importan.
Sobre el escenario, Bunbury. Sus movimientos, mezcla de teatro y performance rock, acompañan canciones que se desgarran y apuntan contra otro, muchas veces contra uno mismo. Letras que hablan de lo que fue y pudo ser, de rescates que nadie paga, de espera y calma, de lo irremediable del tiempo. Textos que confiesan fiestas peligrosas y trampas necesarias por América Latina, pero que saben recoger la intimidad de una resaca que no olvida.
Si hay algo sobre lo que nadie discute es la multiplicidad de registros que Enrique Bunbury ha explorado a lo largo de su carrera. Desde el éxito conseguido con Héroes del Silencio, pasando por los discos en solitario, más la placa que grabó junto a Nacho Vegas y las incursiones con Los Chulis, Bunbury ha ido siempre en búsqueda de un sonido, de una textura, de una estética, que lo conforme. Y no ha parado. Ese es uno de sus méritos: el de nunca detenerse. Rescata sonidos que poco se escuchan, y los reproduce con esa voz que juega a la impostura y provocación, a la trampa y al rock.
Enrique Bunbury está de gira presentando su disco Hellville de Luxe, mientras espera la pronta publicación de su próxima placa titulada Las Consecuencias, y se dio una pausa para contestar las preguntas de La Periódica.
En tus canciones abundan los sonidos latinos. Boleros, rancheras, corridos, etcétera. ¿Qué es lo que te entregan esos sonidos? ¿Desde cuándo escuchas esa música?
Es la música de mi infancia. En mi casa, mi abuela y mi madre no escuchaban rockanrol. Cantaban canciones populares en la cocina, mientras nos preparaban la cena. Esos son los sonidos de mi niñez: boleros, copla, tangos, rancheras… Posteriormente, hacia el 95-96 inicié un camino de vuelta volviendo a enamorarme de ese repertorio. Recuerdo la gira de Avalancha, en la que Aterciopelados nos acompañó de teloneros, tocando en habitaciones con Andrea y Héctor, repasando un cancionero inabarcable.
Siempre se ha tratado los géneros que antes mencioné como géneros menores, muy alejados del rock. Algunas de tus canciones –pienso en las de El Viaje a Ninguna Parte, por ejemplo- intentan romper ese prejuicio, como si no existieran jerarquías entre los estilos de música. ¿Compartes la opinión?
Para mí, no hay género mayor, ni menor. En todo caso, creo que el blues, las rancheras, el country, los tangos, el bluegrass, el bolero, el honky tonk, la cumbia, el rockanrol… todo, es canción popular. Canciones para el pueblo, para que las cante, para curar las penas y celebrar alegrías.
Al parecer te gusta Sudamérica. De hecho, has realizado largos viajes por bunbury1acá, quedándote en estos lugares. ¿Qué es lo que tiene Sudamérica o Centroamérica que no te entregue España? ¿Qué encuentras acá?
Pienso que España ha olvidado quién es, en su afán por no quedarse en el tren de cola de Europa, por buscar una modernización sin respetar su cultura, su pasado y su carácter. En Latinoamérica encuentro otras culturas, sí, pero siento de forma más profunda la despersonalización que ha sufrido mi país. Me entiendo mejor con un nicaragüense que con muchos españoles. Me apena, pero es así.
Cuentas en tu libro de Conversaciones que no guardas los mejores recuerdos de Santiago de Chile por tu experiencia con Héroes del Silencio teloneando a Iron Maiden. ¿Qué esperas de este concierto?
Guardo muy buenos recuerdos de Chile. Obviamente de ese concierto no. Aún así recuerdo el trato de Iron Maiden con mucho cariño. Y las fiestas nocturnas por Santiago, y conversaciones literarias en cafés y paseos por los Andes… Tengo una deuda pendiente con Chile, pero sé que el concierto próximo va a ser un hermoso reencuentro. Nosotros lo esparamos con ganas y, sabemos que muchos hermanos chilenos nos esperan desde hace tiempo.
¿Hay planes de otro disco junto a Nacho Vegas? ¿Por qué nunca hicieron una gira por Sudamérica?
No hicimos gira. Sólo tocamos en Barcelona y en Ciudad de México. En aquel momento no tenía muchas fuerzas para embarcarme en un tour y unos pocos shows fueron suficientes. Por otro lado, no descarto volver a trabajar con Nacho Vegas. Creo que hicimos un buen disco y que podemos hacer un mejor trabajo en el futuro. Actualmente es complicado, pero, personalmente, me encantaría volver a grabar un Bunbury-Vegas.
Uno de los proyectos que tienes es el de la Editorial Chorrito de Plata, donde publicas poesía, generalmente de jóvenes. ¿Qué criteriosutilizas para seleccionar a los poetas que publicas?
Actualmente está aparcado, después de tres o cuatro años de actividad y una docena de títulos publicados. Queremos hacer un replanteamiento que nos ayude a internacionalizar el proyecto y adaptarnos a nuevos métodos de distribución.
¿Tienes pensado volver a realizar un proyectosimilar al “Una Noche Con Panero”? ¿Algún otro poeta que te gustaría musicalizar?
En principio no. Ahora estoy con la gira de “Hellville…” que durará hasta prácticamente Diciembre. Antes saldrá mi nuevo álbum, “Las Consecuencias”, y el año que viene tengo un par de proyectos discográficos cara a EEUU y Europa, principalmente. Va a ser un año emocionante, y no puedo añadir más leña al fuego.
En “Hay muy poca gente”, canción del Hellvile de luxe cantas “las palabras no sirven para nada y empiezo a pensar que en realidad hay muy poca gente”. Tomando como base eso, y pensando en estos tiempos, ¿cuál es la utilidad que le ves a una canción en el mundo de hoy? ¿Hay muy poca gente?
Nunca pensé en la música como un utensilio. En todo caso, lo sería para el alma, que es muy particular y personal. Creo que la música puede sanar. Una canción puede ayudar en momentos difíciles y puede acompañar en celebraciones. No más. Ni menos.
Pronto publicarás un nuevo disco que se llamará “Las Consecuencias”. ¿Qué diferencia tiene con tu disco anterior? ¿Son canciones que aparecieron después del Hellville de luxe o hay algunas que no entraron en esa placa y tenías guardadas?
Inmediatamente después de grabar “Hellville de Luxe”, fuimos al Puerto Santa María, en el sur de España, donde vivo y nos metimos en el estudio que tiene ahí Paco Loco, productor de la escena independiente española. Ahí hicimos algunas pruebas de sonido y búsqueda cara a un próximo disco. Posteriormente, empecé la gira de “Hellville…” y fui recopilando material para ese hipotético álbum. Durante la gira americana mostré canciones a Ramón Gacías, mi baterista y mano derecha. Le pregunté: “Yo creo que esto tiene una forma propia y parece un disco muy especial. Qué te parece?”. Coincidimos en que había que aprovechar el momento óptimo de la banda, engrasada por la gira y en plena forma. Volvimos a España y nos encerramos un par de meses en Figueres en Musiclan, los estudios donde grabo casi todo desde hace diez años. De ahí surgió “Las Consecuencias”, un disco nocturno, de cierre y apertura de un nuevo ciclo en mi carrera. Creo que es uno de los buenos. Ustedes confirmarán o me negarán en cuanto lo escuchen.
Por último, Enrique, ¿qué música estás escuchando? ¿Algún grupo que recomendar?
Me gusta mucho Micah P. Hinson, Ximena Sariñana, Lasha de Sela, Bonnie Prince Billie, Bill Callahan, Conor Oberst, Felice Brothers, Dr. Dog, Quique González, Nacho Vegas, Alain Toussaint, Jesse Sykes & the Sweet Hereafter, Karen Dalton, Lucinda Williams, Rambli´Jack Elliot, y el blues del Delta de los 30.
Enrique Bunbury toca en Santiago el día 26 de Octubre, en el Teatro Caupolicán.
Más fechas de su gira en http://www.enriquebunbury.com
Texto y entrevista: Roberto Santander – Martín Abadía
Fuente: La Periódica
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