“Tengo sangre granadina. Mi madre era de Granada y mi padre de Bilbao”. Y él, chulapo madrileño del barrio de Las Ventas. A Jaime Urrutia nadie le quita el título de roquero torero. La voz de Gabinete Caligari desarrolló en los ochenta un estilo personal e intransferible que hoy preserva con orgullo a los 49 años. Pocos en España han alcanzado su singularidad como intérprete y compositor. El autor de ‘Cuatro rosas’ es un escritor de canciones costumbristas que empezó muy siniestro con el cine de Robert Wiene y los discos de Bauhaus cuando estudiaba Filología Semítica y tocaba en Parálisis Permanente. De ahí pasó a Gabinete, a Machado y a inspirarse en el matador Juan Belmonte. La pasión taurómaca le viene de familia: su padre fue crítico taurino. ‘El calor del amor en un bar’, ‘Camino Soria’ o ‘La culpa fue del cha-cha-chá’ forman parte de la memoria colectiva de los españoles. Ahora también se encuentran en ‘Jaime Urrutia en Joy’, su primer álbum grabado en directo
- Usted nunca ha sido muy amigo de los discos en directo. ¿Lo ha hecho ahora por placer o por necesidad?
- Lo he hecho porque había que hacerlo. Los discos en directo de mis artistas favoritos me gustan menos que los de estudio. Disfruto mucho más viéndoles en concierto. En mi caso, era un as en la manga que tenía guardado. Me pareció muy bien cuando el año pasado me lo propuso la compañía. Ha sido interesante.
- ¿Sabe si le ha gustado a sus ex compañeros de Gabinete?
- No sé nada de ellos, rompimos el contacto hace tiempo. Espero que les haya gustado. Además, les corresponden sus derechos de autor. Pero desconozco su opinión.
- Rescata ‘Delirios de grandeza’, un tema que no aparecía en las quinielas, aunque dado su cancionero de estos 27 años, podrían haber sido muchas otras…
- ‘Delirios de grandeza’ salió en un disco de grandes éxitos que está descatalogado. Muchos fans de Gabinete comentaban dónde la podrían conseguir. Por lo demás, tuve que dejar canciones fuera. A la hora de abordar el proyecto quise manejar un repertorio amplio.
- Gabinete tocaba muchos palos: pasodobles, tangos, pop británico… Tenían el don de reinventarse en cada canción. ¿No le parece llamativo en esta época de admiración por el mestizaje?
- Creo que Gabinete era un grupo con personalidad. Intentábamos desmarcarnos de los grupos al uso. También he querido mantener esa personalidad en solitario.
- Y hablando de temas poco tratados, con técnica literaria y, ¡ay!, castizos.
- Nuestra consigna era desmarcarnos de los grupos famosos de La Movida, siempre con las mismas canciones de amor y en plan llorón. Éramos estudiantes de Filología y Periodismo e íbamos mucho al cine. Todo eso se tenía que notar. No sé si estamos tan reconocidos. De todas formas, ahí están los discos de Gabinete.
- La periodista Patricia Godes les acuñó la etiqueta de “rock torero”, luego muy recurrente en los artículos de Umbral. ¿Fue el mejor cronista de La Movida?
- Umbral hacía un periodismo muy de aquel tiempo. Escribía el día a día en ‘El País’. Me gustó que se nos desmarcara con el rock torero. Yo soy muy aficionado y en aquella época los toros no estaban bien vistos por la gente joven. Hablaba de toros porque mi padre era crítico taurino y he ido a los toros toda la vida.
- ¿Qué opina del actual ambiente antitaurino?
- La polémica se ha desatado básicamente en Cataluña. Yo entiendo a la gente a la que no le gustan los toros, que pueden aducir que es salvajismo. Cada uno puede hacer lo que quiera. Cuando pago una entrada no tengo que pedir perdón a nadie. Es algo muy personal. A mí me gustan mucho y respeto a la gente a la que no.
- Todavía existe la deuda de un disco de tributo a Gabinete Caligari. Nadie se atreve a versionarles, ¿tan raros eran?
- Éramos un grupo difícil de imitar. Se ha hecho alguna versión suelta, y un concierto de homenaje en Zaragoza el año pasado. Pero nada de discos, cosa de la cual me siento orgulloso. Para seguir marcando la diferencia…
- En solitario se ha acercado al rock n’ roll clásico. Su amigo Loquillo alucina con el trato venerador que le dan en Francia a Johnny Hallyday. ¿Por qué no ocurre lo mismo aquí?
- Me gusta mucho el rock n’ roll clásico y no sé si en Gabinete lo tocamos mucho. Por ejemplo. ‘Qué barbaridad’ o ‘Clases de rock n’ roll’ son temas muy años cincuenta, a lo Eddie Cochran. España suele olvidar a los que han estado arriba. Gabinete dejamos de ser bien tratados cuando seguíamos sacando discos en los noventa. La gente pasaba mucho de nosotros. En este país parece que gusta mirar cómo subes al árbol para ver cómo te caes. En Estados Unidos, Neil Young o Bob Dylan no tienen que demostrar nada cuando publican un disco. Aquí es muy común y las razones supongo que están en la genética española.
- Últimamente se prodiga muy poco por los escenarios. ¿Ya no le llaman?
- Está jodida la cosa. Las radiofórmulas han dejado de apoyar a músicos como Loquillo, Ariel Rot o yo. Si por mí fuera, tocaría mucho más.
- ¿Es usted nostálgico?
- La verdad es que no. También es que vivimos una etapa muy particular. En los años 87 y 88 sólo había dos canales de televisión en España, ¡salíamos por cojones! (Risas). Recuerdo que hicimos unos cuarenta ‘play-backs’ de ‘Camino Soria’ en dos años. Las cosas han cambiado mucho en el sentido promocional. Las radios sólo ponen música que ellos controlan. Yo estoy muy satisfecho de mis canciones y de mis discos.
- Sin embargo, no me negará su carácter introvertido. ¿Cómo es que se ha soltado aceptando una sección fija con Ariel Rot en una emisora de máxima audiencia?
- No me estoy soltando, ¡tengo mucha experiencia delante del micro! (Risas). Gemma Nierga nos llamó porque le gustó como hablamos en anteriores entrevistas de promoción en ‘La ventana’. Me pareció de puta madre que me propusiera hacerlo con Ariel, porque es amigo.
- Otra sorpresa reciente fue escucharle cantar ‘Azzurro’, popular en la versión de Adriano Celentano. No me creerá, pero siempre imaginé esa canción en castellano y con su voz…
- Llegué a esa canción cuando era pequeño. Me gustaba la versión que hacía Luis Aguilé. Hace tres o cuatro años se casó un hermano mío y le regalé un CD con algunas de sus canciones favoritas. Cuando la retomé, pensé que era perfecta para grabar una versión. ¿Así que vio que era para mí? La voy a poner en ‘La ventana’ un día de estos.
- Dice que ‘El calor del amor en un bar’, con ese ritmo de tarantela, le debe mucho a ‘Azzurro’ de manera inconsciente.
- Sí, es cierto que tiene que darle muchas gracias a ‘Azzurro’, y eso que no solía escuchar esa canción a mediados de los ochenta.
- ¿Y los bares todavía son gratos para el amor? Lo digo por la Ley Antitabaco…
- El bar de cañas es algo típico español y seguirá siéndolo. A pesar de la Ley Antitabaco, sigo yendo a los bares de Madrid sin problemas. Siempre estarán unidos a la sociedad española.
- Gabinete dio sus primeros pasos como trío siniestro. ¿Ya no está para cardenales de pasión?
- Empezamos influenciados por la onda siniestra del rock inglés. Grupos como The Cure, Siouxsie and The Banshees, Joy Division… Entonces buscábamos un camino, nuestra personalidad. Teníamos mucha amistad con Eduardo Benavente, que nos trajo esa moda de Inglaterra que duró poco, con bandas como Bauhaus. Cuando volvimos del servicio militar, nos dimos cuenta de que teníamos que hablar de nuestra vida y no de lo que hacían los ingleses. Lo conseguimos a partir de 1983 con ‘Que Dios reparta suerte’.
- Ulises Montero, Eduardo Benavente, Pepe Risi, Eduardo Haro… ¿Echa de menos a los amigos de aquella época que ya no están?
- Me vienen a la memoria con la satisfacción de haberlos conocido. Es ley de vida, sobre todo en este mundillo del rock n’ roll, en el que se vive un poco en el alambre.
- Otros se mantienen como Peter Pan. ¿Cómo vio a su colega Bunbury con Héroes del Silencio el otro día en Sevilla?
- No soy muy de conciertos multitudinarios, pero he de reconocer que fue el mejor concierto multitudinario que he visto en mi vida. Con Enrique he mantenido el contacto, pero llevaba años sin ver a Joaquín, Pedro y Juan. Empezaron teloneando a Gabinete en el 87. Nunca pensé que esos chavales ambiciosos que nos preguntaban por mánagers y discográficas montarían un espectáculo tan alucinante veinte años después. Me lo pasé en grande.
Texto y fotos: Eduardo Tébar
'El periodista Eduardo Tébar trabaja en diversos medios de prensa escrita y dirige el programa de radio La Caja de Música (www.myspace.com/lacajademusica )'
- Usted nunca ha sido muy amigo de los discos en directo. ¿Lo ha hecho ahora por placer o por necesidad?
- Lo he hecho porque había que hacerlo. Los discos en directo de mis artistas favoritos me gustan menos que los de estudio. Disfruto mucho más viéndoles en concierto. En mi caso, era un as en la manga que tenía guardado. Me pareció muy bien cuando el año pasado me lo propuso la compañía. Ha sido interesante.
- ¿Sabe si le ha gustado a sus ex compañeros de Gabinete?
- No sé nada de ellos, rompimos el contacto hace tiempo. Espero que les haya gustado. Además, les corresponden sus derechos de autor. Pero desconozco su opinión.
- Rescata ‘Delirios de grandeza’, un tema que no aparecía en las quinielas, aunque dado su cancionero de estos 27 años, podrían haber sido muchas otras…
- ‘Delirios de grandeza’ salió en un disco de grandes éxitos que está descatalogado. Muchos fans de Gabinete comentaban dónde la podrían conseguir. Por lo demás, tuve que dejar canciones fuera. A la hora de abordar el proyecto quise manejar un repertorio amplio.
- Gabinete tocaba muchos palos: pasodobles, tangos, pop británico… Tenían el don de reinventarse en cada canción. ¿No le parece llamativo en esta época de admiración por el mestizaje?
- Creo que Gabinete era un grupo con personalidad. Intentábamos desmarcarnos de los grupos al uso. También he querido mantener esa personalidad en solitario.
- Y hablando de temas poco tratados, con técnica literaria y, ¡ay!, castizos.
- Nuestra consigna era desmarcarnos de los grupos famosos de La Movida, siempre con las mismas canciones de amor y en plan llorón. Éramos estudiantes de Filología y Periodismo e íbamos mucho al cine. Todo eso se tenía que notar. No sé si estamos tan reconocidos. De todas formas, ahí están los discos de Gabinete.
- La periodista Patricia Godes les acuñó la etiqueta de “rock torero”, luego muy recurrente en los artículos de Umbral. ¿Fue el mejor cronista de La Movida?
- Umbral hacía un periodismo muy de aquel tiempo. Escribía el día a día en ‘El País’. Me gustó que se nos desmarcara con el rock torero. Yo soy muy aficionado y en aquella época los toros no estaban bien vistos por la gente joven. Hablaba de toros porque mi padre era crítico taurino y he ido a los toros toda la vida.
- ¿Qué opina del actual ambiente antitaurino?
- La polémica se ha desatado básicamente en Cataluña. Yo entiendo a la gente a la que no le gustan los toros, que pueden aducir que es salvajismo. Cada uno puede hacer lo que quiera. Cuando pago una entrada no tengo que pedir perdón a nadie. Es algo muy personal. A mí me gustan mucho y respeto a la gente a la que no.
- Todavía existe la deuda de un disco de tributo a Gabinete Caligari. Nadie se atreve a versionarles, ¿tan raros eran?
- Éramos un grupo difícil de imitar. Se ha hecho alguna versión suelta, y un concierto de homenaje en Zaragoza el año pasado. Pero nada de discos, cosa de la cual me siento orgulloso. Para seguir marcando la diferencia…
- En solitario se ha acercado al rock n’ roll clásico. Su amigo Loquillo alucina con el trato venerador que le dan en Francia a Johnny Hallyday. ¿Por qué no ocurre lo mismo aquí?
- Me gusta mucho el rock n’ roll clásico y no sé si en Gabinete lo tocamos mucho. Por ejemplo. ‘Qué barbaridad’ o ‘Clases de rock n’ roll’ son temas muy años cincuenta, a lo Eddie Cochran. España suele olvidar a los que han estado arriba. Gabinete dejamos de ser bien tratados cuando seguíamos sacando discos en los noventa. La gente pasaba mucho de nosotros. En este país parece que gusta mirar cómo subes al árbol para ver cómo te caes. En Estados Unidos, Neil Young o Bob Dylan no tienen que demostrar nada cuando publican un disco. Aquí es muy común y las razones supongo que están en la genética española.
- Últimamente se prodiga muy poco por los escenarios. ¿Ya no le llaman?
- Está jodida la cosa. Las radiofórmulas han dejado de apoyar a músicos como Loquillo, Ariel Rot o yo. Si por mí fuera, tocaría mucho más.
- ¿Es usted nostálgico?
- La verdad es que no. También es que vivimos una etapa muy particular. En los años 87 y 88 sólo había dos canales de televisión en España, ¡salíamos por cojones! (Risas). Recuerdo que hicimos unos cuarenta ‘play-backs’ de ‘Camino Soria’ en dos años. Las cosas han cambiado mucho en el sentido promocional. Las radios sólo ponen música que ellos controlan. Yo estoy muy satisfecho de mis canciones y de mis discos.
- Sin embargo, no me negará su carácter introvertido. ¿Cómo es que se ha soltado aceptando una sección fija con Ariel Rot en una emisora de máxima audiencia?
- No me estoy soltando, ¡tengo mucha experiencia delante del micro! (Risas). Gemma Nierga nos llamó porque le gustó como hablamos en anteriores entrevistas de promoción en ‘La ventana’. Me pareció de puta madre que me propusiera hacerlo con Ariel, porque es amigo.
- Otra sorpresa reciente fue escucharle cantar ‘Azzurro’, popular en la versión de Adriano Celentano. No me creerá, pero siempre imaginé esa canción en castellano y con su voz…
- Llegué a esa canción cuando era pequeño. Me gustaba la versión que hacía Luis Aguilé. Hace tres o cuatro años se casó un hermano mío y le regalé un CD con algunas de sus canciones favoritas. Cuando la retomé, pensé que era perfecta para grabar una versión. ¿Así que vio que era para mí? La voy a poner en ‘La ventana’ un día de estos.
- Dice que ‘El calor del amor en un bar’, con ese ritmo de tarantela, le debe mucho a ‘Azzurro’ de manera inconsciente.
- Sí, es cierto que tiene que darle muchas gracias a ‘Azzurro’, y eso que no solía escuchar esa canción a mediados de los ochenta.
- ¿Y los bares todavía son gratos para el amor? Lo digo por la Ley Antitabaco…
- El bar de cañas es algo típico español y seguirá siéndolo. A pesar de la Ley Antitabaco, sigo yendo a los bares de Madrid sin problemas. Siempre estarán unidos a la sociedad española.
- Gabinete dio sus primeros pasos como trío siniestro. ¿Ya no está para cardenales de pasión?
- Empezamos influenciados por la onda siniestra del rock inglés. Grupos como The Cure, Siouxsie and The Banshees, Joy Division… Entonces buscábamos un camino, nuestra personalidad. Teníamos mucha amistad con Eduardo Benavente, que nos trajo esa moda de Inglaterra que duró poco, con bandas como Bauhaus. Cuando volvimos del servicio militar, nos dimos cuenta de que teníamos que hablar de nuestra vida y no de lo que hacían los ingleses. Lo conseguimos a partir de 1983 con ‘Que Dios reparta suerte’.
- Ulises Montero, Eduardo Benavente, Pepe Risi, Eduardo Haro… ¿Echa de menos a los amigos de aquella época que ya no están?
- Me vienen a la memoria con la satisfacción de haberlos conocido. Es ley de vida, sobre todo en este mundillo del rock n’ roll, en el que se vive un poco en el alambre.
- Otros se mantienen como Peter Pan. ¿Cómo vio a su colega Bunbury con Héroes del Silencio el otro día en Sevilla?
- No soy muy de conciertos multitudinarios, pero he de reconocer que fue el mejor concierto multitudinario que he visto en mi vida. Con Enrique he mantenido el contacto, pero llevaba años sin ver a Joaquín, Pedro y Juan. Empezaron teloneando a Gabinete en el 87. Nunca pensé que esos chavales ambiciosos que nos preguntaban por mánagers y discográficas montarían un espectáculo tan alucinante veinte años después. Me lo pasé en grande.
Texto y fotos: Eduardo Tébar
'El periodista Eduardo Tébar trabaja en diversos medios de prensa escrita y dirige el programa de radio La Caja de Música (www.myspace.com/lacajademusica )'
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