Había expectación en la capital del Turia para ver a MAR en directo después de unos meses alejados de los escenarios. Unos supervivientes, una banda que aguanta el tirón, defendiendo su rock poético en una ciudad que busca en la electrónica un mesías que nunca calmará su ansia de vida y mediterráneo. Una pena...pero por lo menos tenemos a MAR.
Salieron con ganas de darlo todo. Toni, vocalista y letrista, armado de cachivaches-armónica afinada en tonos distintos, maracas y demás parafernalia percusiva- encendió un poco el ambiente con su porte de heredero de Ian Atsbury pasado por todo el experimentalismo postgótico de la sagrada ciudad de Zaragotam, a base de devorar con su voz los mantras cambiantes del resto de los chicos de la banda. Nicola, el italiano, en la guitarra, endurecía el sonido cuando el momento lo exigía para descender a la experimentación más compleja en temas épicos, a la vera de El Gitano, siempre, bajista que lengueteaba con sus cuatro cuerdas los ritmos de Cascales, sonaron temas del primer LP de MAR, con Adicción y RockStar en un primerísimo plano, con Tu Final, cargada de las visiones que la serpiente susurraba a Morrison en sus estados más alucinados, la hermosísima versión de The Man Who Sold the World del maestro Bowie, llevado al terreno eléctrico que los MAR decidieron darle en el momento de la metamorfosis para el homenaje camaleónico que www.bunburyclub.com le rindió al gran Ziggy y no despegaron el acelerador para que el aliento nos faltara en el momento de cantar su personalísimo tributo a Niños del Brasil, con una fortísima revisión de Amor y Espinas, incluido en aquel lejano ya –publicado en el 89- primer LP de la banda zaragoza. MAR ha tenido durante un tiempo un problema demasiado importante, que lastraba su directo y no dejaba elevar el proyecto como hubiera sido esperado: a veces las canciones eran planas en exceso; eso, tras los dos nuevos temas estrenados, parece estar cambiando... es de agradecer los matices polivalentes que se pudieron ver en el novísimo material que tocaron, más cabaret, más pop, más estribillos acertados, mejor sabor de boca, sin duda. Me gustó el concierto, me di cuenta que si, por fin, la estructura del grupo se mantiene, el proyecto comandado por el poeta Antonio G. Rubio puede darnos muchas alegrías a los que amamos y disfrutamos del rock español de calidad, aquel que tiene letras cuidadas y melodías mágicas cargadas de referencias y ligeros toques autóctonos.
Esperamos las nuevas demos y después la grabación del segundo disco y, sin miedo a equivocarme, sólo puedo decir que sí, que ese es el camino. Salud y buen rockandroll, chicos.
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