23 enero 2012

Apoteosis 'bunburiana'

Fotografía TONI GALAN/ A PHOTO AGENCY
Enrique Bunbury presentó en Zaragoza su último trabajo, ‘Licenciado Cantinas’, ante unas 7.000 personas que corearon sus canciones en el Príncipe Felipe y le pidieron hasta tres 'bises'.
No hizo falta caldear el ambiente. La proyección del mediometraje de Enrique Bunbury 'Licenciado Cantinas: The Movie' antes de su concierto en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza, hizo que los miles de personas que esperaban al cantante maño explotaran de júbilo al verlo aparecer sobre el escenario.
Haciendo gala de su habitual estilismo, antes muerto que sencillo, el cantante se presentó vestido con un traje de chaqueta negro adornado con rojas llamaradas y su característico pelo alborotado. Mientras sonaban de fondo los acordes de 'El mar, el cielo y tú', centenares de cámaras digitales y móviles inmortalizaron el momento desde el foso y las abarrotadas gradas del pabellón, con unas 7.000 personas.
Y así, sin mediar palabra, inició el concierto con el tema 'Llévame', la segunda canción de su último disco que, como aventuraba su título, se llevó la primera ovación de la noche, lo que mereció el reconocimiento del cantante: "Muchas gracias. Es un placer estar con ustedes en Zaragoza, ciudad inmortal. Les queremos mostrar unas canciones, algunas cantineras, otras revolucionarias, tristes, melancólicas... Esperamos que les guste la selección que hemos hecho para ustedes esta noche".

'Ahora' y 'El solitario (Diario de un borracho)' fueron las siguientes en sonar en el Príncipe Felipe, antes de que el excantante de Héroes se colgara la guitarra y deleitara a sus incondicionales con 'La señorita hermafrodita', de su álbum 'El viaje a ninguna parte', que hizo que más de uno se levantara de su asiento para bailar.

La fiesta continuó con 'El extranjero'. Bunbury encontró miles de gargantas voluntarias que le hacían los coros y negaban con la cabeza al escuchar al zaragozano cantar la estrofa: un extraño en mi tierra aunque la quiera de verdad. Una frase nada más lejos de la realidad, como le demuestran sus paisanos cada vez que viene a la capital aragonesa.

Los aplausos y los vítores hicieron que el cantante se arrodillara ante semejantes muestras de cariño, gesto que repitió de nuevo hacia el final del concierto.

El calor del público hacía subir la temperatura y a Bunbury comenzaba a sobrarle ropa con tanto balanceo sobre el escenario. Tras quitarse la chaqueta y remangarse la camisa, interpretó el tema más famoso de su último disco, 'Ódiame'. Después vino una versionada 'El anzuelo', y 'No me llames cariño', para la que contó con la complicidad de los asistentes, también muy participativos en 'Bujías para el dolor'.
Con acento latinoamericano"Llegó el momento cantinero, para que se suban a las mesas", dijo el cantante como presentación de su tema 'Ánimas, que no amanezca', una canción con marcado acento latinoamericano que le dio un aire más fiestero al concierto y en la que Bunbury terminó gritando: "Que no amanezca, carajo".

Después vendría 'Sácame de aquí', 'Que tengas suertecita', 'El día de mi suerte', 'De todo el mundo' y 'Sí', uno de los mayores éxitos de la noche que hizo vibrar el pabellón.

"Es un placer estar con todos ustedes esta noche pero nos vamos a despedir", anunciaba entre los gritos de decepción del público. Tras agradecer el trabajo de su banda, Los Santos Inocentes, y pedir aplausos para cada uno de sus músicos, Bunbury se despidió con 'El hombre delgado que no flaqueará jamás'.
"Zaragoza, muchas gracias. De verdad", terminó diciendo antes de desaparecer del escenario. A partir de ahí, cinco minutos interminables pidiendo 'bises' que le hicieron volver a ritmo de tango con 'Cosas olvidadas', 'Los habitantes' e 'Infinito', tras la que llegó una nueva retirada.

Los gritos de "otra, otra" se mezclaban con los de "oe, oe, oe" futboleros, cualquier cosa servía para hacerle volver al escenario y Bunbury no defraudó. Salió de nuevo, esta vez con una camiseta de tirantes roja y un chaleco negro, y lanzó un alegato por la libertad de expresión: "Vivimos tiempos convulsos y complejos, pero yo pienso que emocionantes. Parece que todo se esté yendo al carajo pero yo creo que son tiempos óptimos. Todo el sistema que nos ha estado estrujando se va a la mierda. Y parece que los músicos, los actores, los titiriteros no podemos hablar. Yo opino que debemos hablar igual que los taxistas o los carpinteros. Como lo hacemos todos en el bar, comentando si el Madrid juega mejor que el Barça o si el Zaragoza va a bajar a Segunda. Que cada uno aporte lo que buenamente sepa", sentenció.
El público respondió con una gran ovación a las palabras del cantante, que seguidamente interpretó 'Nunca se convence del todo a nadie de nada' y por último 'Y al final', tema con el que suele terminar los conciertos en esta gira.

Sin embargo, la insistencia del público zaragozano le hizo tocar una última canción, 'En el tiempo de las cerezas', con la que se despidió de su ciudad hasta la próxima. "Volveremos", presagió.

Texto | V. Higueras
Foto | Toni Galan/ a photo agency
Fuente | heraldo.es


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