25 abril 2011

La Estación del Silencio se va al D. F.


Antonio Estación y y José Manuel Martínez 'Boch' tenían 20 años y trabajaban de camareros en El Bandido, añorado garito de Manuel Lasala, cuando decidieron poner su propio bar con la firme determinación de que fuese «algo más». Abrieron La Estación del Silencio a una esquina de su anterior lugar de trabajo, en el número 1 de la calle Catania, el 27 de marzo de 1987. Veiticuatro años después, Antonio anuncia el adiós del que sin duda es el lugar de ocio más famoso de Zaragoza en todo el mundo, gracias a su asociación indeleble con la escena musical zaragozana de finales de los ochenta y primeros noventa, que tuvo a Héroes del Silencio como epicentro.

Se cierra así el primo zaragozano de The Cavern, un lugar a orillas del Huerva que, salvando distancias y cifras, ha conocido hasta hoy una peregrinación similar a la de la afición 'beatle' por las riberas del Mersey, el río de Liverpool. Las vicisitudes que afectan a todo el sector hostelero no saben de símbolos: abrir cada día la persiana de la Estación también es un dolor de cabeza para sus propietarios, humos incluidos. El asunto es que han hallado el mejor de los analgésicos: una oferta para trasladar el espíritu (y buena parte de su iconografía) a México D. F., con la exclusiva zona de la colonia Condesa como ubicación más probable.

El nuevo empadronamiento será efectivo en la primavera de 2012, y la Estación se despedirá de Zaragoza del mejor modo posible: con un concierto al que se invitará a todos los músicos amigos de Antonio y Boch. No hay nombres aún en ese cartel, lógicamente, pero tampoco descartes. Ningún descarte.

Con toda la ilusión

Antonio emprende la aventura con todas las ganas. José Manuel se queda en Zaragoza: no le apetece la mudanza. Caso curioso el de estos socios, que no recuerdan haber peleado jamás. «La verdad es que no -apunta José Manuel- y mira que es difícil, tanto tiempo... ahora tampoco: simplemente he decidido dedicarme a otra parte de la hostelería, la cocina, concretamente la enseñanza. A la Estación mexicana iré, claro que sí, pero de vacaciones. Estoy un poco cansado de la noche. Pero esto ha sido nuestra vida, y desde luego nunca fue un simple bar».

Antonio incide en esa idea. «En su momento y durante muchos años fuimos un punto de encuentro de la cultura zaragozana. Y a día de hoy sigue desfilando gente de todo el mundo que viene a tomarse una caña aquí, hacerse una foto y llevarse un recuerdo. De Huelva a México, de Coruña a Chile o Alemania. No sé si los que hacen las guías turísticas de Zaragoza son conscientes de eso: creo que tenemos un sitio entre los atractivos de la ciudad. Las autoridades de México D. F. así lo han entendido: entran nuevas inversiones y nos están dando todas las facilidades. La Estación será allí un museo dedicado a Héroes y Enrique, y una sala de conciertos en la que, que quede claro, siempre tendrá cabida el talento aragonés».

Antonio, que, además de dueño de la Estación, es bajista de Niños del Brasil desde el nacimiento del grupo, no quiere decir adiós con ira. «En absoluto. Hemos disfrutado lo que no está escrito, la ciudad es fantástica, hemos conocido a gente maravillosa y hemos ayudado a que pasaran cosas. Pero sí es verdad que queda un regusto amargo. Se fueron En Bruto, M-tro, el Central... Quedábamos nosotros, y nos vamos porque el futuro pinta mejor lejos de aquí».

Un adiós con estilo

Con el cierre llegará el concierto... y algunas cosas más. «Vamos a editar -comentan Antonio y José Manuel- una antología con lo mejor de los 13 libros que lanzó nuestra editorial, Chorrito de Plata. También se editará un número especial de 'Estado Estacionario', fanzine que sacamos hace mucho tiempo: lo van a hacer dos periodistas amigos. Y entregaremos los '25 EDS de plata', reconocimientos que deben su nombre al aniversario que cumplirá la Estación a su cierre, y que señalarán a 25 personas que han trabajado especialmente por el bar. No esperamos recibirlos, ya ves: los damos nosotros».

No han trascendido aún los nombres de los nuevos socios, pero está garantizado el apoyo tácito del universo Héroes, empezando por Enrique Bunbury, amigo personal de los actuales dueños. Ahora reside en Estados Unidos, pero va mucho al D. F. y está encantado con la idea. Lo mismo pasa con Nacho Royo, mánager de Bunbury, quien tiene base en Acapulco, o Pedro Andreu, que lleva a México en el corazón y pasa allá largas temporadas. «Aún quedan unos meses hasta que cerremos en Zaragoza, pero ya voy haciendo las maletas. Los amigos serán siempre bienvenidos, y Aragón siempre tendrá allá una referencia. Eso está garantizado».

Fuente | Heraldo.es


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