06 noviembre 2010

Crónicas: Bunbury - Teatro Gran Rex, Buenos Aires (Argentina) 05.11.10



"Bunbury en el Gran Rex: El extranjero". Teatro Gran Rex, Buenos Aires (Argentina) 05.11.10

Con casi nula promoción, Enrique Bunbury demostró ser una figura de peso para el público porteño, que agotó tres funciones consecutivas en el Gran Rex. Con dos horas de sus mejores canciones, las consecuencias son inevitables: un show demoledor. 

Una plataforma tenuemente iluminada. Podría ser escenario de una Liza Minelli de segunda, pero es sólo el hábitat de otra de las extravagantes ideas del artista. Un pie de micrófono con lucecitas coronaban el ambiente de cabaret que desde hace tiempo el cantante intenta transmitir en cada actuación, aunque esto es sólo una fachada para un espectáculo más duro de lo que aparenta.

Pocos lugares hay menos adecuados para eventos de rock como el Gran Rex. Y aunque el español Enrique Bunbury hace rato que dejó de desplegar el Ruido y la Furia desde el escenario (concretamente, desde que se separó Héroes del Silencio, su banda madre), su show todavía tiene la suficiente adrenalina como para querer mandar a volar las butacas del teatro y a los guardias que insisten en que la gente disfrute el show comodamente sentada.

Y con apenas cinco minutos de retraso ahí sale él, de traje negro con vivos rojos, sombrero de cowboy al tono (últimamente muy de moda en veteranos del rock) y su prodigiosa voz de barítono, flotando sobre el triste arpegio de la guitarra acústica que da vida a "Las Consecuencias", el tema que bautiza a su nuevo disco, íntimo, simple, despojado y directo.

El clima se mantiene cuando Bunbury nos cuenta que "Ella me dijo que no", una balada de amores perdidos que sorprende por su efectividad a pesar de su simpleza.

"Un enorme placer estar aquí Buenos Aires" fueron las primeras palabras al público que dedicó el artista y anunciar un viaje "entre canciones" que recorrerían juntos. Así pasaron "De Todo El Mundo", "Frente A Frente" y la excelente "Los Habitantes", para cerrar el primer ciclo de canciones de su último álbum.

La onda retro de rock se ha pegado con fuerza en Bunbury y así lo demuestra su banda de acompañamiento, Los Santos Inocentes, con dos guitarristas (Jordi Mena y Álvaro Suite) que prefieren las Telecaster, un tecladista, Jorge Rebenaque, que se aboca a un Hammond original y una base sólida, carente de cualquier artificio, en manos del bajista Robert Castellanos y el baterista Ramón García.

Luego de cinco temas que repasaron su discografía (con excepción del desdeñado Radical Sonora, su primer esfuerzo en solitario) el español anunció "Esta es una de las canciones más viejas que estamos tocando en esta gira. Es del disco Avalancha" y la sola mención de ese álbum bastó para provocar una verdadera avalancha de emociones ante una versión de "Iberia Sumergida", bastante diferente a la original de Héroes del Silencio. Por supuesto, los cantitos de "Héroeeeees... héroeeeees..." no se hicieron esperar.

Luego de este momento heroico, continuaron los hits solistas hasta llegar a esa movida y pseudo oscura pieza llamada "Sí", que hizo que el Gran Rex demandara "¡Dímelo! ¡Confieza!". Finalizando el primer set de la noche, el ibérico agradeció al público. Ante el canto "Olé, olé, olé, olé... Quique, Quiqe" no pudo más que decir "Me encanta Argentina" y pidió a todos los presentes que "apuesten por el rock n' roll", para despacharse con el único cover que grabaron los Héroes del Silencio y que logró que, al fin, ninguna persona quedara sentada en el teatro.

Luego de un breve intermedio, la banda volvió al ruedo con "El hombre delgado que no flaqueará jamás" donde se dejó en claro que "el cantante se siente como en su casa". El segundo final de la noche fue con una más que potente versión rockera de "Lady Blue", el tema más David Bowie de Bunbury. Si la original tenía sabor a Space Oddity, esta fue más cercana a Moonage Daydream.

Otra vez un simulacro de despedida, pero el público pidió más y Bunbury obsequió como cierre final "Canto...El Mismo Dolor", "El Rescate" y ese himno al optimismo llamado "El Viento A Favor", que inauguró el sábado 6 de noviembre en Buenos Aires.

Tres noches, diez mil almas, dos horas de shows y canciones inmortales. La única consecuencia inevitable: el deseo de que Enrique Bunbury vuelva lo más pronto posible.

C1/CA

Fuente: Ciudad1


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