22 enero 2010

Quadrophenia XIV - Anatomía de una Estafa (I)

La Gibson J45 estaba en la esquina de una de las habitaciones de su casa en un pueblo costero. Del perchero colgaba la chaqueta de cuero que llevaba en las giras, debajo, impasibles, sus botas de cuero marrón. Llevaba tiempo sin tocar, pero seguía vistiendo como una estrella del rock y las gafas de sol le cegaban de toda cercanía con la realidad de la situación y la magnitud de la tragedia.

“Tuvo su momento de gloria / Un secundario papel en la historia.”

Discos de oro, premios, fotos y portadas eran espectadores de su existencia dentro del habitáculo. Sentado en la cama mientras su novia dormía recordó tiempos pasados cubriéndose con las manos la cara sudorosa.

Pasaron no muchos años desde que se despidió de su ciudad natal y mucho tardó en hacerlo, pero ahora piensa en lo próximo que puede hacer, que es nada. Los escenarios quedaban tan lejos… su último disco no fue tan apreciado por su público y aunque aparentaba no importarle, realmente le mataba por dentro. El mar a las ocho de la tarde era una marea rojiza espumosa que se agolpaba encima de la arena hasta volver mar adentro.

“Esperando la puesta de sol / Su nombre fue una institución / en el circo del rock and roll”

Los viejos amigos y compañeros de gira ya no lo llamaban, era un personaje que dejó de ser quien era cuando su magia se apagó. Algún fan quedaba por ahí que se acercaba a su casa, al principio las visitas a su casa para llevarse la foto-souvenir y un autógrafo, otras veces se pasaba por ahí sin más.

A este personaje que ahora aparece lo llamaremos Toni.

Toni era un tipo que trabajaba en una panadería de la misma ciudad que nuestro músico protagonista, que por el momento no tiene nombre. Se levantaba a las cuatro y cuarto de la madrugada para ir la panadería y dejarlo todo listo cuando el sol comenzaba a salir. Por la tarde se ocupaba de servir en un céntrico bar donde solo iban cuarentones y viejos homosexuales que no le quitaban ojo a Toni, pues tenía veintidós años recién cumplidos y era todo un trofeo para aquellos depravados que babeaban los vasos de cristal con publicidad de Cruzcampo.

Ahora ya conocemos a Toni, aunque no del todo, nunca se termina de conocer a nadie del todo.

El joven era fan de la música que hacía nuestro principal protagonista. Cuando el rockero triunfaba con su antigua banda Toni era un crío que todavía estudiaba los ríos y sus afluentes así que no pudo disfrutar de los bolos de aquel mítico grupo.

¿Cómo llegó a conocer aquella música? Su hermano mayor tenía todos los discos y los ponía a un volumen atronador, pero el mensaje le llegó a Toni. Aquello tenía gancho y merecía la pena. De los vinilos de su hermano solo pudo rescatar uno, el tercer LP del grupo debido a que su hermano vendió el resto para pagarse la dosis de heroína que necesitaba para evadirse de sus problemas, problemas que a nosotros no nos interesan, pues el repentino pero poco novedoso fallecimiento por sobredosis del hermano mayor de Toni cerraba su actuación en esta historia. Ya dije que no se termina de conocer a las personas.

Cuando Toni acabó los estudios de Bachillerato se quedó a dos velas y entre la panadería y el bar le daba para sus gastos y algo de tiempo que invertía en visitar a su ídolo que vivía a dos paradas de autobús de su casa. ¿Cómo lo descubrió? Por casualidades de la vida Toni paseaba cerca de la zona residencial en una tarde de Marzo hará tres años, incluso cuatro, se encontró con un camión de mudanzas descargando en una bonita casa de dos plantas; “otro más” pensó mientras pasaba ya a la altura del camión, delante había un coche de la marca Mercedes al que se le quedó mirando el interior tapizado en blanco cuando por detrás alguien le llamó la atención de manera tranquila:

-Perdona tío, pero tengo que abrir un segundito la puerta.

Toni se giró con algo de sorpresa pero se quedó parado y sin nada que decir cuando el tipo que le hablaba era el tipejo que aparecía en los pósters de su cuarto y lógicamente, en los Lp’s de su hermano ya fallecido.

-¡Hostias! Exclamó Toni sorprendido.

Con una sonrisa y una ligera reverencia el ídolo saludó al muchacho que se apartó a un lado para dejarle paso y así abrir la puerta del Mercedes.

-¿Eres de aquí? Le preguntó a Toni
-S….sí, vivo más o menos cerca. ¿No me jodas que vas a vivir aquí? Respondió Toni.
-Al menos eso intentaré, grabé uno de mis últim…

Pero el joven lo cortó con ansiedad.

-¡LA TREGUA! Me encanta ese disco, ¡te lo juro! ¿Podrías firmarme…? Mierda, no tengo ni boli ni papel ni un disco.
-¡Vaya! ¡Tenemos un fan! Jajaja y yo que estaba harto de que asaltaran mi jardín. Espera, creo que puedo solucionarte el problema.

El músico entró en el jardín y rebuscó en una caja donde ponía escrito a rotulador “varios”, de ella sacó un CD y una camiseta desgastada con la silueta de Eric Clapton.

-Mira, porque eres mi vecino que si no… jaja. Ten, aunque espera que… ya está, no encontraba el boli. Dime, ¿cómo te llamas?
-Toni, bueno, Antonio. ¡No, no! Mejor Toni. Respondió nervioso.

El rockero sacó el libreto que contenía el CD y escribió con rotulador plateado:

-“Para mi amigo Toni con cariño… Michel Huxley”
-¡Joder Gracias! Pero no tengo para pagarte el CD.-Profundizó Toni abrumado.
-Nada chico, cortesía de la casa.

Tras guiñarle un ojo a Toni y alegando que estaba ocupado, Michel se despidió del joven que encaminaba totalmente alucinado el camino de vuelta a casa.

No tomó el autobús, creo que ni se dio cuenta de que tenía que subirse a él, bastante tenía con el regalo y la experiencia de hace un momento. Por un momento tuvo el impulso de llegar más rápido a casa para enseñarle el obsequio a su hermano pero una iluminación lo knockeó para recordarle que su hermano murió por sobredosis de heroína y no podría disfrutar ni del momento y mucho menos de la emoción.

Y así fue como Toni entabló amistad con Michel Huxley.

Ahora Michel se toma un té rojo, a pesar de haberse despertado ya por la tarde, casi anocheciendo, tenía aún sueño y resaca. El día anterior se lo pegó con su novia viajando al norte del país para una entrega de premios, esa clase de galas en las que el presentador es un joven de treinta y pocos que luce perilla y gafas de pasta y entrega premios a músicos que con un poco de suerte conseguirán empeñar el galardón para procurarse algo de cocaína y mantener su estatus acorde con el tren de vida que llevan.

Él no recibió premio ninguno, su mánager le explicó que le vendría bien dejarse ver entre el gremio para no dar sensación de que estaba en horas bajas. Pero no fue así. En la entrada del Palacio de Congresos de la ciudad casi nadie lo reconoció, los reporteros que cubrían el acto ni se molestaron en entrevistarlo, pasó entre la gente como el que ve a un indigente en el metro en hora punta.

Ahora en su casa, tras el recuerdo de la gala, Michel deja la taza de té vacía en el fregadero de la cocina y sube para volver a su habitación. Su novia aún dormía y la guitarra de preciosos acabados y clavijas en blanco seguía en aquel rincón del cuarto.

La agarró y se la colocó, trató de afinarla y se arrancó con un éxito suyo de hace por lo menos ocho años, un guiño a Roy Orbison y su “You’re My Baby”. Le costó recordar la letra y mezcló torpemente dos estrofas, su voz algo ronca susurraba el resto de la canción hasta darla por finalizada.

Así terminó el tema, a duras penas y de mala manera, fiel reflejo de lo que es o será o fue su carrera como artista consagrado del rock patrio.

“Y la vida se le fue de las manos / Viene a cobrarse los servicios prestados”

Cuando la madruga le alcanzó a eso de las cuatro Michel se encontraba en el salón sentado viendo en dvd un concierto de su antigua banda, los echaba de menos pero no veía factible una vuelta o reconciliación, salió a hostias con el batería y no le daba la gana mirarle a la cara así que menos le apetecía volver a compartir escenario.

Su novia salió de la ducha justo cuando llamaron al portero automático, ella miró a Michel y este le devolvió la mirada.

-¿Quién coño viene a estas horas? Preguntó Huxley algo molesto mientras se levantaba del sofá.

Encaminó sus pies hacia la entrada y descolgó el telefonillo con cámara de seguridad que se encontraba a la derecha. Preguntó quien llamaba a esas horas, pero nadie contestó ni apareció delante del objetivo. La cámara enfocaba la calle que se encontraba enfrente del muro de su parcela, algún coche y los cubos de basura.

Desconfiado, Michel cerró con llave la puerta de la casa y miró a su novia con ojos de no saber nada, cuando trató de sentarse se sobresaltó al oír que esta vez llamaban a la puerta principal de la casa, por lo tanto, el misterioso visitante había traspasado la verja de la parcela y había cruzado el jardín hasta llamar a la puerta. Impasible ante la entrada, Huxley esperó prudentemente…

¡TOC TOC TOC!

La serie de golpes en la puerta alarmó a ambos, la chica de Michel descolgó el teléfono para llamar a la policía mientras el rockero observaba por la mirilla. Aparentemente no se veía a nadie por la ovalada imagen que le ofrecía aquello pero justo antes de apartar la mirada, una cabeza sombría a contraluz surgió en la visión de Michel.

Ahora ya con el sobresalto y el miedo en el cuerpo se armó con un avivador de lumbre que estaba cercano a la chimenea, abrió con muchísima cautela la puerta dejando una justa rendija por donde ver quien se encontraba ahí…

Mientras su novia sólo escuchaba tonos de llamada que se hacían largos y eternos hasta que contestara algún agente de policía…


Continuará…


1 comentarios:

Pues a esperar la siguiente entrega... que por cierto rima (asonante) con intriga! Felicidades como siempre!

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