Sólo un disco mas
** 1/2
Decía el otro día un compañero de la redacción que todo artista aposentado en la cumbre tiene derecho, al menos, a hacer un disco en el que se pueda repetir. Por la boca vive el pez no fue, literalmente, una segunda parte de Lo Más lejos a tu lado, pero sí una evolución a la enésima potencia de trabajos pretéritos. Y le salió bien. Muy bien. Su obra magna (con los Fitipaldis); eficaz, accesible, imprescindible... Uno de los mejores discos del rock español de los últimos años.
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Decía el otro día un compañero de la redacción que todo artista aposentado en la cumbre tiene derecho, al menos, a hacer un disco en el que se pueda repetir. Por la boca vive el pez no fue, literalmente, una segunda parte de Lo Más lejos a tu lado, pero sí una evolución a la enésima potencia de trabajos pretéritos. Y le salió bien. Muy bien. Su obra magna (con los Fitipaldis); eficaz, accesible, imprescindible... Uno de los mejores discos del rock español de los últimos años.
Quizá esa condición de clásico inmediato de su predecesor, perjudica demasié este nuevo disco de primeras. Pero, cinco o seis escuchas (atentas) después, Antes de que cuente diez aporta mucho menos de lo mismo. Fito Cabrales dió hace ya más de un lustro con su fórmula del éxito. En ella hay una mezcla de ingenuidad, naturalidad y tres acordes tontos que se reptiten hasta la saciedad y se reformulan de mil maneras pareciendo que cada vez que los escuchas es la primera.
Pero la fórmula tiene límites. Y Antes de que cuente diez, título del disco y homónima que abre el disco, es una premonitoria declaración de intenciones: “No tengo nada para impresionar. Ni por fuera ni por dentro”. Fito une un poquito de Acabo de llegar y otro poquito de Medalla de Cartón y el resultado es un efectivo single cañón para la radio pero previsible para sus seguidores, entre los que me incluyo.
El disco en conjunto es flojo, pero, como todo, tiene buenos y malos momentos. Los buenos: Catorce vidas son dos gatos es un baladón marca de la casa, La cuisine de Bernhard (instrumental), aún recordando a Por la boca vive el Pez (en conjunto, en concreto a Donde todo empieza) es la mejor del disco. Y Qué necesario es el rock and roll, como no. Sólo por el título, pero también por sus perlas: “tengo el defecto de sonreir... sólo por no estar muerto”.
En el cupo del coñazo puede meterse Tarde o temprano, que, en directo, será un cañón perfecto para presentar a la banda, pero en el disco a lo único que incita es a pasarla en el reproductor. Me acordé de tí tiene versos afortunados: “Hay un niño que se esconde siempre detrás de mí”, pero también un aroma a Knopfler, que, a estas alturas del partido, no es nada sorpresivo. Tampoco es que atine demasiado con Todo a cien, de La cabra mecánica, con los que compartirá la gira de este año.
El disco en sí da igual. Me explico. No dejan de ser diez canciones (una instrumental) que, sin aportar mucho, se incorporarán a sus conciertos de dos horas y media que abarrotaran los pabellones de las ciudades grandes y medianas. Todos las cantaremos y las terminaremos aceptando como parte de un repertorio plagadito de éxitos, algunos clásicos. Le pese a quien le pese, es un disco que da la excusa perfecta para salir de gira. Cosa que nos encanta, todo hay que decirlo.
Asumido esto, lo más decepcionante es que Fito no hiele la sangre con ninguna canción. No te haga parar lo que estás haciendo y que se te ponga la carne de gallina como con Donde todo empieza, Acabo de llegar, Sobra la luz, Como pollo sin cabeza o Abrazado a la tristeza (también versión). Está claro que es un disco infinitamente mejor que cualquier bazofia de las que programen las emisoras que harán que “Antes de que cuente diez” sea el disco más vendido de este año. Pero, a estas alturas, de un compositor brillante, se esperan cosas brillantes.
UNA RESEÑA DE KIKE DEL TORO
FOTOS: www.elclubdigital.com; www.fitoyfitipaldis.com
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