Rompiendo sus propias barreras
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Parafraseando al título de este doble disco en directo, es una buena idea empezar hablando de barreras. Sonoras, sociales, intelectuales y evidentemente artísticas. Barreras que la crítica musical especlializada de este país se niega a derribar en el momento en que las ventas de un disco se acercan o sobrepasan los cinco dígitos. Las mismas barreras que Eva y Juan han derribado, casi sin proponerselo, quince años después de aterrizar en el underground zaragozano.
Hacer un buen disco en directo es arduo. Lo ideal sería que trasladar las sensaciones, en este caso, las vividas en el inmenso Palacio de los deportes el pasado 30 de octubre de 2008 en un disco. Y eso, para bien o para mal, es imposible. Por eso no me gustan los discos en directo. Nunca hacen justicia. Con todo, es loable cuanto menos el esfuerzo de mircofonar uno de los pabellones más enormes de la capital, ceder, en la mezcla el protagonismo justo a las guitarras y a la batería, pero, definitivamente, el resultado final dista mucho de lo que vimos en directo.
Amaral tienen un directo arrollador. No es nuevo. Doce años de conciertos por toda la península legitiman tal contundente afirmación. Y quizá esta gira, con una banda de reconocido prestigio previo, es la que les ha dado mejores resultados artísticos y, sobre todo, una eufórica respuesta del respetable que, si bien no han colgado el Sold Out en todas sus citas, se han quedado cerca en un buen puñado de ellas.
Más que un mero ejercicio de exhibición sonora de los logrados directos de su gira Gato Negro – Dragón Rojo (llevan quince meses en la carretera), La barrera del sonido es la confirmación de un presente enérgico e inspirador. Su mejor momento, que, mirándolo friamente, no es más que el punto de partida de todo lo que promete llegar.
Este disco (y esta gira) es la despedida de una etapa de cinco discos que no volverán a retomar en el futuro. Lo han dicho ellos. Y mucho de eso hay. De las 28 canciones que se incluyen, 14 pertencen a Gato Negro – Dragón Rojo, y las otras catorce son grandes éxitos de su carrera. Números uno que forman parte (involuntariamente) de los oídos de miles de seguidores de variopinta condición.
Buena culpa de este fructífero momento sonoro la tienen Coki Jiménez (batería), Zulaima Boheto (cello), Enrique Mavilla (teclados) Iván González (Bajo) y Octavio Vink (Guitarra). Y Eva y Juan, evidentemente.
Quizá la gran pega del disco es basar casi todo el repertorio en sus cañonazos más conocidos. Tras el All tomorrow´s Parties suena Kamikaze, Tarde de domingo Rara, El universo sobre mí y Toda la noche en la calle. Y la tónica de estribillos radiables no para en todo el concierto: Marta, Sebas, Guille y los demás; Moriría por vos, Resurrección, Perdóname, Días de verano... Todo efectivo, pero previsible.
Se echan en falta más reconversiones de viejas canciones, que es cuando de verdad se crecen: Estrella de Mar y su potente corte Udosero; No sé que hacer con mi vida en clave texana o Cómo hablar únicamente a guitarra y voz.
Y no es por falta de repertorio. Entre sus firmas hay temones menos conocidos que apenas han tocado en otras giras como Confiar en alguien, Siento que te extraño o Tarde para cambiar y que contribuirían a fomentar esa credibilidad que los excépticos (todavía los hay) no quieren reconocer. Ahora bien, Servidor no hace los repertorios. Y lo que opinen los excépticos es, en cualquier caso, intrascendente, para ellos y para los 15.000 seguidores que presenciaron (amos) el concierto en vivo.
En definitiva, La barrera del sonido, sin ser un gran disco en directo (recalco la idea de que es prácticamente imposible hacerlo) será el perfecto entretenimiento para sus seguidores en el largo tiempo que Eva y Juan estarán fuera del circuito preparando nuevo material.
UNA RESEÑA DE KIKE DEL TORO
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FOTOS: JORGE PARÍS: (www.jorgeparis.com); MANOLO YERA (www.amaral.es).
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