El grupo oscense Eraje presentó su último disco el pasado viernes en la Sala Edén
HUESCA.- Medio año después de realizar la presentación oficial de su segundo disco en el Centro Cultural del Matadero, Eraje regresaron a su ciudad para ofrecer al público oscense su inspirado cancionero en un marco totalmente distinto, el de la Sala Edén. El ruido de las copas y el rumor de las conversaciones sustituyó al silencio de las butacas en una noche en que el frío volvió a hacer acto de presencia. Pero estaba claro que el frío estaba en el exterior, porque dentro de la sala se percibía el cálido aliento de una música cercana y natural.
Desde sus inicios, y ahora más que nunca, la música de Eraje ha huido de los lugares comunes, nadando contra corriente, sin realizar concesiones a la moda del momento. Lo cierto es que Eraje no hace folk, ni jazz, ni pop, ni rock. Su música es difícilmente etiquetable y resulta complicado buscarle puntos de conexión con lo que hacen otros artistas.
Tras una primera etapa más próxima a un folk de corte mediterráneo y con abundantes ecos del klezmer, Eraje ha pasado ahora a construir un universo autorreferencial que, salvando las distancias, de lo más cerca que estaría es del cabaret ambulante de la última etapa de Bunbury. Eso sí, sin dejar nunca de lado su conexión con el legado de los cantautores españoles de toda la vida y sin abandonar sus guiños constantes a otros géneros como el jazz, el tango, el reggae, el funk, el bolero o el folk europeo. En definitiva, a la música de raíz. Todo ello adobado con unos textos muy personales, que hace pensar que el tandem formado por Jorge Ramón (letrista) y Juan Blas Arellano (compositor) ha encontrado la comunión perfecta.
Por lo demás, Eraje suena en directo mejor que nunca, con una base rítmica sólida y precisa que sostiene el entramado sonoro creado por la versátil guitarra de Eduardo Felices, los teclados llenos de resortes de Manolo Franco, la inspiración swing del clarinete de Jorge Ramón y la excelente voz y la rotunda presencia de Kike Lera, que aporta dramatismo y teatralidad (se nota su cuna) a la música de Eraje, a sus íntimas historias cotidianas.
La actuación constituyó un repaso completo a su segundo disco, “Extra Vagante”, con paradas en “Los caminos de la absenta” (uno de los mejores temas de toda su trayectoria), “Canción de Dorian”, “Exit”, “Amor de calendario” (una evocación de Betty Page y del universo de las pin-ups) o “Pasaje”, una canción muy ligada a su experiencia vital y lo más parecido a un hit que Eraje tiene en su repertorio. No faltó tampoco “Romero”, de su primer disco (“El sonido de la miel”), y despidieron su actuación con “Poetas suicidas” (con ese sorprendente interludio a caballo entre el latin house y el acid jazz) y “He vuelto a soñar”.
El público, que se había ido calentando a medida que se acercaba el final, reclamó dos insistentes bises, en los que Eraje rescataron dos temas de su primer disco, “Lucha natural” (a ritmo de contagioso ska) e “In medium virtus”, y volvieron a repetir “Pasaje” y “Amor de calendario”. Fue una noche de emociones y canciones con raíces.
Quienes quieran repetir la experiencia, la semana que viene tienen una nueva cita (doble) con Eraje en la Campana de los Perdidos de Zaragoza.
Luis Lles. Diario Alto Aragón
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