León, Guanajuato.- Cuando
Enrique Bunbury subió al escenario no tuvo que decir mucho ni esforzarse demasiado para ganarse la voluntad y la admiración de sus miles de fanáticos reunidos en torno al foro de la Expo Bicentenario.
En realidad,
Bunbury tiene ganada la admiración de sus seguidores desde hace 20 años que tiene haciendo buena música y buen rock, explorando, innovando y arriesgando propuestas musicales con cada nuevo disco, y haciendo poesía con sus canciones.
Por eso, incluso desde antes de que comenzara, el concierto del viernes fue una de las apoteosis de la Expo Bicentenario.
Los 9 mil boletos puestos a la venta para ver a Bunbury se agotaron desde un mes antes y, en la fecha de la presentación, tanto por éste como por otro evento que hubo durante el día, la Expo se cerró al público en general.
Por tal razón, desde dos horas antes de que empezara el concierto, los fanáticos de
Bunbury ya habían tomado para sí toda la Expo Bicentenario y, sin embargo, todos confluían en un mismo punto alrededor del escenario, con el instinto básico de ver de cerca a su ídolo.
El artista entró al escenario casi media hora más tarde de lo previsto, cuando ya era aclamado -y reclamada su presencia- con gritos de
¡Enrique! Enrique! que salían de las miles de gargantas hipnotizadas con su nombre.
Entró cantando el tema que da título a su más reciente material discográfico, "Las consecuencias", y a partir de ese momento inicial su inconfundible voz y su danza de torero atraparon, con sus cadencias sonoras y ondulantes movimientos, la marea de brazos en alto, de celulares y de cabezas en hipnótico y rítmico compás.
Siguieron "Ella me dijo que no" y "Todo el mundo". Sólo hasta entonces, el cantante hizo un paréntesis para saludar a su público (a la "hermosa tierra de Guanajuato", dijo) y anunciar lo que cabía esperar de este concierto incluido en la segunda parte de su gira denominada "Las consecuencias tour 2010", que inició en Puebla el primero de octubre y que lo llevará a Buenos Aires para culminar, ya en noviembre, en Barcelona.
Como
Bunbury lo anunció, el concierto fue derivando de los temas de su último disco que promociona con esta gira, hacia canciones consagradas de sus anteriores producciones en una especie de retrospectiva que tuvo sus picos de euforia, coros espontáneos y gritos, en sus más clásicos temas musicales como "Que tengas suertecita", "Infinito", "Lady Blue" y "Aunque no sea contigo".
Antes, el recorrido incluyó el single "Frente a frente", "Los habitantes", "Enganchado a ti", "El extranjero" (que dedicó a los latinos perseguidos en Estados Unidos, donde "las leyes se han puesto muy cabronas", como lo expresó en su dedicatoria), "El rescate", "Senda", entre otros.
Y si bien,
Bunbury no tuvo que esforzarse mucho para tener desde el inicio en la bolsa al público, su personal show fue sin embargo creciendo, despojándose de sus prendas, iba entrando en calor y aumentaba con sus interpretaciones la temperatura del concierto.
Éste, que había iniciado un poco más tarde de lo previsto, se prolongó por dos horas en las que
Bunbury volvió al escenario en dos ocasiones ante la aclamación general para cantar hasta siete canciones más después de despedirse.
Bunbury, no tenía que esforzarse para ganarse a sus fanáticos de hace 20 años, acabó por dar todo en el escenario: su entrega artística, su calidad profesional y su agradecimiento a la fidelidad y la admiración de su público; pero sobre todo esto, dio su música y su poesía. Como exclamó un fanático ¡Eres grande,
Bunbury!
Texto: Valentín López
Foto: Eduardo Salas
Fuente: El Sol de León
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